Nuevas dinámicas de la inmigración

Las mujeres extranjeras toman el relevo generacional en las zonas despobladas
Las recién llegadas encuentran nuevas oportunidades en el cuidado de mayores | La escasez de centros de día y residencias complica la atención a la dependencia | Los inmigrantes han encontrado formas de subsistir donde los autóctonos se fueron

Vida | 15/08/2011 – 01:06h
ESTEVE GIRALT
Tarragona

Delcy Guevara cambió Honduras por Freginals, un pueblo del Montsià de apenas medio millar de vecinos. Buscando una vida mejor para sus tres hijos, que se quedaron en Honduras junto a la abuela. Delcy encontró su oportunidad a los pies de la sierra del Montsià, en un municipio de floreciente pasado frutícola, trabajando al cuidado de Cinta, de 86 años y con alzheimer. Esta hondureña afable, formada como enfermera en su país, ha llenado un vacío, pues no había mujeres autóctonas en Freginals dispuestas a estar las veinticuatro horas del día al cuidado de una persona dependiente.

Delcy fue una de las inmigrantes entrevistadas por el grupo de investigadores del departamento de Antropología de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que ha recorrido todo el país, desde el Baix Ebre hasta Val d’Aran. Su objetivo, analizar el fenómeno migratorio en municipios de menos de 2.000 habitantes, con especial atención al papel de la mujer. La investigación («La migración de mujeres extranjeras en el medio rural catalán») destaca entre sus conclusiones que la mujer inmigrante ha acabado por asumir el relevo generacional en pequeños municipios rurales que se quedaron sin apenas población joven por el éxodo rural.

Las mujeres autóctonas que tradicionalmente se quedaban al cuidado de sus mayores han emigrado a las ciudades o trabajan fuera del pueblo. «Los inmigrantes han ido a contracorriente, han encontrado oportunidades donde el autóctono no las vio», destaca Montserrat Soronellas, profesora del departamento de Antropología de la URV e investigadora principal de este estudio.

Delcy no forma parte de ningún fenómeno aislado. En Freginals la tasa de inmigración supera el 20%. Otras inmigrantes, mujeres, han encontrado en el vacío dejado en el ámbito doméstico una oportunidad para trabajar y regularizar su situación. El envejecimiento de la población rural, pues los mayores sí optaron por quedarse, ha propiciado una fuerte demanda de cuidadoras y empleadas del hogar.

La escasez de plazas de residencia y centros de día en el ámbito rural complican también la atención a la dependencia. «Es una necesidad mutua. En los pueblos no había gente para recoger naranjas ni para cuidar de los ancianos», destaca Assumpta Eixarch, coordinadora de inmigración de la Generalitat en las Terres de l’Ebre.

La URV ha querido poner el foco en un fenómeno migratorio poco analizado, pues el estudio de los efectos, causas y consecuencias de la llegada de extranjeros se ha centrado mayoritariamente en los grandes núcleos urbanos. Y cuando se ha fijado en lo que sucedía en los pueblos, casi siempre se ha quedado con el inmigrante contratado en el campo, habitualmente como temporero. «La mayoría de pueblos dependen cada vez menos de la agricultura. Y hemos querido ver el papel de la mujer inmigrante en esta nueva comunidad», destacan los investigadores.

En el ámbito rural las mujeres extranjeras han logrado sortear mejor la crisis, advierte la investigación de la URV. La inmigración femenina ha resistido mejor en sectores como la atención a la dependencia, el servicio doméstico, el turismo o la industria agrícola transformadora.

La dureza y persistencia de la crisis económica está provocando que población autóctona busque también en el entorno rural nuevas oportunidades, según advierten algunos especialistas. «En los municipios analizados aún no hemos detectado el regreso de población autóctona», explica Soronellas.

La investigación de la URV ha pisado pueblos de toda la geografía catalana, en lugares tan distintos como Benissanet (Ribera d’Ebre), con aún un gran peso de la actividad agrícola; Prades (Baix Camp), que ha apostado por el turismo y los servicios; Prat de Comte (Terra Alta), con población muy envejecida y escasa actividad económica; Llavorsí (Pallars Sobirà) o Lles, dedicada al comercio por su cercanía con la frontera francesa.

«Hemos encontrado inmigrantes por todas partes, hasta en los lugares más recónditos», advierten los investigadores. Los inmigrantes llegan habitualmente a través de su red de contactos, con la ayuda de otros compatriotas. Delcy llegó primero a Amposta (Montsià) a través de unas amigas. «Me dieron la patada», recuerda con amargura. Después se trasladó a Tortosa (Baix Ebre) y allí, con la ayuda de la Cruz Roja, supo que una familia buscaba una cuidadora en Freginals. Antes, una supuesta oferta de trabajo para recoger naranjas, acabó por ser un engaño para emplearla en la prostitución.

Esta hondureña logró regularizar su situación como empleada del hogar, trabajando seis días a la semana como interna. El caso de Delcy no es el más frecuente. «El mercado negro es mayoritario», advierte Eixarch. Por sueldos irrisorios muchas inmigrantes trabajan como internas al cuidado de los mayores y al cargo de la limpieza de la casa. Sin familia ni apenas conocidos en el país de acogida, su vulnerabilidad es elevada, por la dependencia total de un único sueldo.

Delcy peina con cariño a Cinta, frente al espejo del recibidor, antes de salir a dar un paseo. «Tiene azúcar», cuenta, al tiempo que recuerda que vino a Catalunya en el 2006 para trabajar dos años, ahorrar y regresar a casa. Ahora, con 35 años, sueña con poder traer a su familia. «Es muy duro, aquí no tengo a nadie», reflexiona antes de despedirse.”
Tomado de: http://www.laregioninternacional.com/noticia/99463/concesion/visados/presentacion/consulados/viajar/espana/empresa/privada/<a href=»http://www.laregioninternacional.com/noticia/99463/concesion/visados/presentacion/consulados/viajar/espana/empresa/privada/»></a>