Emigración española América Latina: No existe la emigración española
Así lo creería la propuesta Ley de Acción y del Servicio Exterior del Estado
Opinión de Ángel Capellán
Es sorprendente ver que en un documento de tal importancia que describe, supuestamente en su totalidad, la acción exterior del Gobierno Español, no se dé la mínima cabida, como actor importante, al colectivo de dos millones de españoles que residen y trabajan en el exterior, que contribuyen de una manera decisiva al desarrollo de España, y promueven constantemente la imagen de España en el exterior. Este documento está ahora en vías de tramitación. Antes de que sea ley, necesita reflexión y correcciones.
Una de dos: O los autores de esta propuesta ley ignoran el valor y la importancia de un colectivo tan decisivo, o simplemente no les interesamos. Qué error tan garrafal sería, si así fuera.
Si bien en varios puntos de este documento se considera al colectivo de españoles en el exterior como sujeto de la acción exterior del Gobierno Español –que sin duda lo es– se comete el inexplicable error de no valorarle como partícipe y actor conjunto en las acciones propuestas en esta ley.
¡Y cómo podremos ignorar que este colectivo hoy en día formaría la cuarta provincia española en número de electores y contribuye anualmente con remesas de casi seis mil millones de euros a la economía española!
En los 18 artículos en que se describe con gran detalle la propuesta acción exterior del Gobierno Español, el cuerpo principal de la ley, no hay ni una sola palabra que considere la activa participación de nuestro colectivo, ni de los órganos de representación que defienden los derechos de los españoles en el exterior (el Consejo General y los Consejos de Residentes Españoles extendidos por el mundo), ni de nuestros organismos y asociaciones, ni un larguísimo etcétera. Simplemente inexplicable.
Lo más asombroso es que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, el principal impulsor de esta Ley, y que incluye una Dirección General de los Españoles en el Exterior y de Asuntos Consulares, promueve una legislación mayor en la que completamente se ignora la activa participación de quienes son objeto de su misión esencial.
Se impone ya un cambio radical en el Gobierno Español, una nueva conciencia, una nueva ética legislativa y gubernamental para que se respete, valore, y considere, como agentes integrantes de sus políticas de estado, a un colectivo que debería ser actor principal en toda su acción exterior.
La Comisión Permanente del Consejo General ha elevado una extensa compilación de propuestas de revisión de esta ley. Van encaminadas a incorporar lo que debía haber sido ya de entrada una parte integrante de la misma.
Es deslumbrante que esta propuesta ley incluye numerosas declaraciones que hubieran llevado a quienes lo elaboraron a concluir que el colectivo de españoles en el exterior debería ser un importante componente de esta acción exterior. ¿Cómo es que tales afirmaciones no lleven a las conclusiones más obvias?
Todas las bellas teorías y principios enumerados en la ‘Exposición de Motivos’ quedan inexplicablemente vulnerados a renglón seguido cuando este documento es eminentemente excluyente del colectivo de españoles en el exterior. Qué trágico y triste que España, en su historia reciente y hasta hoy, ignore reiteradamente sus grandes valores humanos, emprendiendo acciones que deberían ser integradoras y en realidad son excluyentes.
Habla la propuesta Ley de “una visión participada y compartida sobre lo que a España interesa”. Y afirma que “regula la Acción Exterior de todos nuestros actores en la escena internacional”. (nuestro subrayado). ¿Es que dos millones de españoles en el exterior no deben contar de manera primaria en esa “visión” y en ese “todos”? Y en el mismo párrafo –así como en otras muchas ocasiones en este documento– se habla de “el desarrollo de una verdadera Acción Exterior del Estado, integrada y coherente”. ¿Qué integración, qué coherencia hay cuando se “excluye” a sus actores y colaboradores potenciales más eficaces?
Se afirma igualmente que esta ley deberá promocionar “el progreso … de la población española [en el exterior y] … la igualdad entre hombres y mujeres” –meta altamente loable–. Sin embargo se vulnera este mismo ideal perpetrando un acto de desigualdad y exclusión injustificada del colectivo exterior.
Hasta ahora nunca se incluyó a representante alguno del colectivo de españoles en el exterior en el “Consejo de Política Exterior” del Estado. Esto podría haberse justificado en el pasado lejano cuando la España Nacional estaba a un lado de océanos infranqueables y la emigración española al otro. Hoy día sería inconcebible perpetrar esta exclusión.
Finalmente, en el párrafo último de esta exposición de motivos se habla triunfalmente de que “Las novedades y cambios que la presente ley comporta son de tal envergadura que no pueden ser llevados a cabo en solitario por el Gobierno”. Pero en solitario lo haría si excluyera al colectivo de españoles en el exterior.
Es de esperar que quienes preparan esta ley (y otras de igual consecuencia) abran los ojos y se despierten a una nueva realidad. Lo que hasta ahora se llamó emigración española, la gran realidad que ahora es el colectivo de españoles en el exterior está ahí para crecer y para reforzar sus vínculos con la España Nacional. Está para integrarse cada día más en la vida española, para contribuir crecientemente a la riqueza y desarrollo de nuestra España, que lo debe ser de todos.
No perdamos la esperanza. “Errar es de humanos, rectificar es de sabios”. Esperemos que nuestros gobernantes y legisladores puedan elevarse al panteón de los sabios.Ángel Capellán Gonzalo
Consejero general por los Estados Unidos. Miembro de la Comisión Permanente.
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